PRISIONEROS: IMPACTANTE Y EXCELENTE

Prisioners

Se estrenó a finales de 2013 y desconozco los motivos por los cuales no la vi en su momento. Pero la semana pasada me la encontré ya disponible en formato doméstico y no dudé ni cinco minutos en comprarla para poder verla. Desde luego, es la mejor compra que he hecho últimamente en cuanto a películas. Y es la mejor porque mis sentimientos al verla hacen honor al título. Me sentía prisionero, encerrado en una atmósfera asfixiante, en un torbellino de sentimientos que aumentan con cada minuto del metraje hasta desembocar en un final impactante y terrorífico en todos los aspectos.

Decían muchos sesudos que esta cinta se parece a Mystic River. Pues nada más lejos de la realidad porque no puede ser más diferente. Cierto es que a lo mejor tiene cosas que puedan recordar vagamente, llamémoslo guiños. Otra cosa que hace de esta película algo realmente bueno es la dirección de actores. Están todos realmente estupendos, y el que más, Hugh Jackman. Este hombre a medida que avanza en su carrera se va convirtiendo en mejor actor. Gracias a dios que no se ha quedado encasillado como Lobezno, sería insufrible para él y para los espectadores que estaríamos condenados a verle eternamente haciendo el bestia. Sobre todo porque a no ser que se produzca un milagro similar al de los panes y los peces o las apariciones de Lourdes, la saga de X-Men tiene altas probabilidades de empeorar exponencialmente, pues vistas sus últimas películas….en fin.

En esta ocasión, Jackman interpreta a un padre de familia de clase baja llamado Keller Dovall. Los primeros minutos de metraje son muy significativos y demuestran la gran habilidad del director para perfilar a los personajes. Una escena en la que caza con su hijo mayor, y antes de que el chaval pegue un disparo que mate a un ciervo, escuchamos la voz de su padre entonando una oración. Más adelante en el coche cuando vuelven a casa, Keller le dice a su hijo: “Espera lo mejor, pero prepárate para lo peor”. No solamente se dirige a su hijo con esto sino al atento espectador que se adentra en la historia, nos avisa claramente de que algo terrible está a punto de suceder.

Y ese algo terrible es el secuestro de su hija pequeña Ana, y de su amiga, la hija de un matrimonio de amigos que viven en su mismo barrio. Entonces la historia comienza su andadura, mostrándonos hasta donde podemos llegar los seres humanos por proteger a nuestros seres queridos. La desaparición de su hija y la inoperancia por parte de la policía para encontrarla saca a relucir de nuevo el lado oscuro de Keller. Se vislumbra que es un ex alcohólico reformado y posiblemente un delincuente pero no nos lo termina de aclarar, aunque los hechos que se describen a continuación dan una idea aproximada. El policía encargado de la investigación de su hija, interpretado por Jake Gyllenhall, tiene como sospechoso al conductor de una misteriosa autocaravana que se aparcó en el barrio justo el día de la desaparición de las niñas. Descartado como sospechoso, Keller se deja llevar por la frustración y la impotencia y secuestra al joven sospechoso, sometiéndole a diversas torturas para que revele el paradero de su niña.

Más allá de lo que cada uno pueda pensar, el guión logra que empaticemos con el personaje de Keller y lleguemos a cuestionar al policía, un joven detective que al parecer resuelve todos los casos pero casi que por más suerte que pericia. Además, su jefe tampoco ayuda mucho, pues es un departamento pequeño de una localidad pequeña también. La atmósfera juega un papel fundamental en esta historia, la nieve, la lluvia, la niebla, todos estos elementos logran asfixiarnos como un buen thriller nórdico, contribuyendo a crear un laberinto en el que los personajes se sumergen cada vez más y llegamos a dudar si en algún momento alcanzarán la salida.

Muchos se preguntan por qué esta película no se ha incluido en la carrera hacia los Oscar. Desgraciadamente esto siempre seguirá siendo un misterio, pero aun así, eso no quiere decir que esta no sea una gran película.

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